jueves, 5 de junio de 2014

Mendiga de afecto manoseado


El sudor empaña su frente y su cara está enrojecida. Alcanzas a tocar su mejilla con el dedo índice y sonríes, pero rebota en su rostro y te la devuelve con la misma intencionalidad que un espejo. Tuerces la cabeza para descansar un momento de esa especie de fingido estertor. Tu autoestima cuelga del pomo del armario, el placer en paradero desconocido. “¿Quieres ser mi puta barata?” “¿Por qué no? Tan sólo pido las migajas de afecto que quieras arrojarme. Tan sólo un pretexto para eludir la soledad…lo que dure un polvo”.

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