Vi un salvador,
un salvador vino a mí.
Pensé que lo vería
a la fría luz del día.
Pero ahora me doy cuenta
de que estoy
sola ante mí.
Si tan sólo pudiera ver,
regresar a mí misma
y reconocer el veneno
en mi corazón...
No hay otro lugar,
nadie más a quien enfrentar.
El remedio
será aceptar
lo que siento.
Aquí, en mi introspección,
qué más puedo decir,
ya que soy culpable
por la voz a la que obedezco.
Demasiado asustada para sacrificar una opción
elegida por mí.
(Se aceptan correcciones)
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